En una verdadera excepción en su carrera, Carlos "El Indio" Solari le dio ayer una extensa y distendida charla a Mario Pergolini, en la que adelantó cómo será su nuevo show en Tandil, habló de su próximo y contó sus costumbres cotidianas. "Es difícil hacerse cargo del cariño de miles y de esa expectativa", contó.
"Estamos haciendo un buen show, tengo una banda de puta madre, no pijoteamos el espectáculo, tenemos buenas pantallas, buen sonido", explicó sobre los conciertos que está brindando con su banda.
El cantante se prepara para tocar el 3 de diciembre en Tandil, luego del concierto que dio en el mes de septiembre para 100 mil personas en Junín. Fue en esta ciudad bonaerense en donde tocó en 2010 frente a 80 mil fanáticos.
"Es difícil hacerse cargo del cariño de miles y de esa expectativa", confesó en una entrevista concedida a "Cuál es?", el ciclo de Pergolini en la Rock and Pop, en el que reveló sentirse bien tratado.
Luego del show en Tandil, Solari se concentrará en su cuarto disco solista. "Por eso el año que viene seguramente no toque, aunque quizás haga un teatro a fin de año, como máximo dos noches", aseguró.
Para este disco convocará a varios ex integrantes de Los Redonditos de Ricota. "Era medio demagógico invitar a Semilla (Bucciarelli, bajista), a (Sergio) Dawi (saxo) y a Walter (Sidotti, batería) en el primer disco; ahora ya podría ser pero vi un reportaje que le hacían a Semilla y ahora no sé si tiene ganas", explicó.
El gran ausente es, claro, Skay Beilinson, con quien sigue distanciado. "Tanto él como yo estamos muy conformes con lo que hacemos hoy", explicó, sin dar mayores detalles de cómo vive el alejamiento.
En cambio, sí reafirmó su sintonía con el gobierno de Cristina Fernández y su hábito de ver "678" cada noche. "No creo en el artista militante. Voy a hablar como ciudadano: creo que ha habido un gran desprestigio de tipos inteligentes por defender causas sin argumentos y en '678' hay argumentos", aseveró.
Durante la charla, además, Solari contó cómo convive con su status de ídolo y por qué está siempre fuera del ojo público. "Lo mío es una fobia, una tara, no hay manera de disfrazarla de otra cosa. Y últimamente estoy peor. Cuando se exponen las cifras de la gente que resuena con lo que hacés, hay un montón de otra gente que empieza a reclamarte cosas", contó.
Y vaticinó que su enorme convocatoria no durará para siempre. "Vengo presagiando hace años que esto se va a acabar. Es inusual el éxito permanente. Llega un momento en el que hacerse cargo de una escena de estadios es difícil. El teatro no me parece una alternativa ruin, tocaría en el Luna Park o en Obras. Son espacios gratos, los extraño", concluyó.
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