lunes, 18 de abril de 2011

El estudio de grabación ‘The Village‘ atrae a los artistas

The Village, el místico estudio de grabación de Los Ángeles (California) donde se cocinaron álbumes históricos de bandas como The Rolling Stones, Supertramp o
Pink Floyd, atrae desde hace décadas a los artistas más reconocidos gracias a su legado y su inapelable mística de cimientos masónicos.
Entrar en The Village impresiona. Situado en la zona oeste de Santa Mónica Boulevard, su fachada lateral, deteriorada y descolorida, presenta un enorme mural pintado en 1972, llamado "Isle of California", con un paisaje desolador azotado por un enorme terremoto.
Pero al igual que el estudio al que da cobijo, que décadas atrás presentaba un aspecto similar al de la pintura, resiste con firmeza el paso del tiempo.
"No creo que haya ningún otro estudio que haya dado dos o tres discos de referencia para cada generación", dijo Jeff Greenberg, propietario de The Village, que cita de carrerilla ejemplos como "A Momentary Lapse of Reason" (1987), de Pink Floyd, "Breakfast in America" (1979), de Supertramp, o "The Fame" (2008), de Lady Gaga.
The Village está construido sobre un antiguo templo masónico que data de 1922 y que fue empleado durante la década de los años 60 por el gurú hindú Maharishi Mahesh Yogi como centro para la meditación trascendental. Yogi encaminó a The Beatles hacia la meditación y las corrientes espirituales.
El estudio fue fundado en 1968 por Geordie Hormel y allí se grabaron álbumes clásicos como "Goats Head Soup" (1973), de The Rolling Stones, y obras de nombres ilustres como Steely Dan, Fleetwood Mac, Bob Dylan, Neil Young o Tom Petty.
"Para ser honestos, creo que la mística del lugar influye en nuestro éxito. Las bandas vienen y alucinan con lo que esconde el edificio por dentro", explicó Greenberg. Y, sin embargo, no siempre corrieron buenos tiempos por The Village.
Greenberg tomó las riendas del estudio en 1995 a petición de la hija de Hormel, que había perdido interés en un negocio sumido por la crisis. Por entonces el edificio estaba devastado y a punto de ser demolido.
"Estaba lleno de basura. Completamente nauseabundo. Apenas se podía caminar por las escaleras", apuntó Greenberg, quien decidió contar para la renovación del lugar con el diseñador Vincent van Haaff y el ingeniero de sonido Al Schmitt.
Con la ayuda de compañeros de la industria y otros estudios de grabación, The Village partió de cero y no lograba atraer la atención de los artistas, quienes seguían viendo aquel lugar como un rescoldo del pasado. Hasta que cambió la suerte con una llamada.
"Hola, soy Bill y necesito un sitio donde grabar". Aquella voz al otro lado del hilo telefónico era la de un joven Billy Corgan, el líder de The Smashing Pumpkins. Corgan grabó allí "Mellon Collie and the Infinite Sadness" (1995), uno de los discos de referencia de esa década.
"Nos puso en el mapa de nuevo", admitió Greenberg, cuyo estudio ha adquirido gran relevancia incluso en Hollywood debido a la grabación de numerosas bandas sonoras relevantes, como las de "Moulin Rouge" (2001), "The Shawshank Redemption" (1994), "Walk the Line" (2005), "Crazy Heart" (2009), "Almost Famous" (2000), "Something About Mary" (1998) o la reciente "The Adjustment Bureau" (2011).
Algunos de estos trabajos se grabaron en el estudio D, un lugar construido de forma específica para Fleetwood Mac. En su interior aún reposa la silla propiedad del batería, Mick Fleetwood. Recientemente esos pasillos han acogido sesiones de grabación con All American Rejects y Noel Gallagher, que prepara su primer disco en solitario.
"Algunos artistas pasan mucho tiempo y otros vienen y van trabajando en elementos determinados. Depende de los métodos y objetivos, pero ya no hay plazos en este negocio", explicó Greenberg, sencillo y vital, hijo del sol californiano y capaz de reverdecer laureles de otros recintos musicales de Los Ángeles, como el Greek Theater, y que compró The Village en 2007.
Así es la figura de este ejecutivo que se ha labrado su particular sueño americano tras una carrera musical donde ha desempeñado numerosos cargos, desde promotor de conciertos hasta agente de artistas.
"Yo, de joven, sólo quería fumar marihuana, tumbarme en la playa y escuchar rock. La idea de trabajar para vivir me resultaba horrible, pero me he esforzado mucho. Sólo me dedico a servir café a los artistas, pero créeme, en el camino me lo he pasado de escándalo", concluyó.
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