El 31 sale el primero de los dos lujosos discos de duetos que acaba de grabar. Serrat, Caetano, Charly, Soledad, Julieta Venegas, Drexler, Shakira, son algunos de los artistas con los que canta.
Mientras subida a unos tacos de los que desea bajarse cuanto antes accede a los pedidos del fotógrafo, Mercedes Sosa intercepta la mirada del cronista y se anticipa. Entonces, le pide a su hijo, Fabián que ponga en el equipo el CD con la versión de Barro tal vez, que acaba de grabar con Luis Alberto Spinetta para su nuevo CD, Cantora. Y, de paso, desvanece toda posibilidad de que el cronista contribuya con el catálogo de situaciones que el escritor Carlos Sampayo condensa en sus Memorias de un ladrón de discos.Un par de minutos después, el cuerpo le vuelve a pasar factura. "Me tengo que sentar", dice, y comenta que desde hace un tiempo debe cantar así, "en silla". Pero enseguida la Negra sonríe y susurra: "Estoy bien. Bien bien". Tanto que trabaja sin respiro y, con la primera parte de Cantora a punto de salir a la venta, la cantante prepara las grabaciones que faltan para completar el doble de duetos.
¿Qué le falta grabar?
Faltan María María, con Daniela Mercury, y El ángel de la bicicleta, con Gustavo Cordera.
Así terminará un largo peregrinaje por el estudio de grabación, donde unió su voz con León Gieco, Valeria Lynch, Fito Páez, Shakira, Diego Torres, Soledad, Caetano Veloso y Franco de Vita, entre otros. Nombres que, en algunos casos, llaman la atención.
"Yo tengo adoración por el canto. Por la música. Por mis compañeros que cantan", declara, a modo de manifiesto. "Nunca en mi vida he tenido problemas con la gente que canta. Nunca".
Sin embargo, nombres como Valeria Lynch, o Franco de Vita, no dejan de sorprender.
Con Valeria Lynch grabamos un tema de Mina, que se llama Lo sé. No quiso venir, porque no graba en discos de otros. Aunque quiere producir un disco para que cantemos las dos. Y acá, sólo la puede cantar alguien como Valeria. Y Cántame, de De Vita, es una canción que adoro. Venezuela pura.
Con las versiones recién terminadas como banda de sonido, las respuestas de la cantante se alternan con fragmentos de canciones que canta a media voz. Y cuando llega el turno de Agua, fuego, tierra y viento, que comparte con Soledad, explica: "Esta es una joya de Paz Martínez. Pero él me la ha hecho como de amor hacia alguien. Y yo le aclaré que la haría como una canción de amor a América Latina". Una mirada que coincide con los arreglos de Popi Spatocco, con inocultables rasgos setentistas en el sonido de la mezcla final.
¿Sigue creyendo en el compromiso del cantor con causas políticas o sociales?
Creo. Creo mucho en la lucha contra la oligarquía. Estoy totalmente en contra de ellos. La oligarquía ha hecho su juego, ahora. En el asunto del campo, hay gente que tiene un poquito de terreno para trabajar, y que no recibe nada. En cambio hay otros que tienen miles de hectáreas, que sí. Y, a mí me gusta la gente del pueblo. La gente que está en contacto con lo que se produce. Esa es la gente que me importa.
Siente que esa gente la sigue?
Nunca me importó mucho si ellos me quieren o no. Ni los ricos. Ni los pobres. Para los pobres yo soy una negra petisa, que no tiene glamour. Porque este es un país de negros donde todos son rubios. y a mí eso no me interesa. Mis amigos son Víctor, Leoncito, Alvarito, María, que es mi ahijada de casamiento. Y no necesito más. No quiero más. Quiero mucho a la presidenta de la República. No soy su amiga. Pero le tengo cariño.
¿Qué opinión tiene de su gestión?
Yo creo que la ahogaron. Creo que la oligarquía la ahogó, y ahora están por sacarla.
Por un instante esa ternura a la que está casi abonada desaparece de su rostro, y la voz de Mercedes Sosa se endurece. Como cuando cada canción era casi un manifiesto. Como cuando las ideas se defendían a costa de perder la vida.
Entonces, su memoria pasa por la Córdoba del '72, cuando un joven De la Sota, junto con varios compañeros, intentaba que la Negra no cantara en un hotel céntrico de la ciudad para que "cantara para el pueblo". "Me hicieron dar vueltas en un auto, hasta que los convencí de que me dejaran", relata. Y viaja hasta la Federación de Box, donde le tocó presentar a Palito en un festival del Partido Comunista. "Yo le advertí que si no quería que lo comprometiera, no lo iba a hacer. Y el quiso ir". Los recuerdos saltan entonces a la Nicaragua en guerra contra los contras. Y saltan en el tiempo a la Israel de los cuatro balazos a Itzjak Rabin, para contar que cantó una canción de Aviv Geffen. "Una especie de Fito Páez nuestro".
Después de tantos años de trayectoria, ¿le produce alguna sensación especial cruzarse por primera vez con músicos de otras generaciones?
En verdad los artistas no nos vemos como distintos, más allá de nuestras edades. Cuando, hace unos días, lo conocí a Gustavo Cerati, con quien grabamos Zona de promesas, fue como si nos conociéramos de toda la vida. Sin embargo, no dormí las dos noches previas, por los nervios.
¿En serio?
Claro. Tenía que grabar con Cerati. Y yo soy una mujer que tiene 73 años. Creo en la gente. En los jóvenes. Pero también me da miedo no saber cómo me van a tratar.
Vulnerable. Mercedes Sosa no oculta su cansancio. "Yo creo que tengo suerte en la vida, pero también todo me ha costado mucho", dice. Y enseguida reacciona: "Pero, cómo no voy a estar feliz de poder grabar este disco". Y reflexiona antes de despedirse: "La vida es así. Hoy no puedo andar haciéndome la novia ni nada así. Pero estoy tranquila. Este es el momento más feliz de mi vida".
ver nota: "Cantora", el álbum de duetos de Mercedes Sosa
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