El líder del Los 7 Delfines, Richard Coleman, decidió plasmar en su segundo disco solista sus gustos e influencias personales, además de las de su público y para eso recurrió a musicalizar de manera muy orgánica y casi desnudas, canciones de David Bowie, Lou Reed, Johnny Cash, León Russel y Black Sabbath, pero cantadas en inglés.
Además este disco editado por el sello independiente Ultrapop, estuvo financiado por una especie de mecenazgo de muchos fans, cuyos nombres figuran en el libro del CD, ya que donaron unos 300 pesos y a cambio recibieron el CD, una remera y asistieron a un concierto exclusivo.
El disco no hace más que confirmar que Coleman es uno de los rockeros más brillantes de la década del ’80 (con su antigua banda Fricción y colaboraciones con Soda Stereo), con una voz privilegiada y una capacidad para tocar la guitarra notables, hecho que va a demostrando a lo largo de cada canción.
Acompañado por sus eléctricas, acústicas, lap steel y por Bodie en bajo, teclados, programaciones y hasta con un armonio, Coleman armó este álbum que sorprender por su ecléctica integración.
El CD abre con una hermosa versión “A song for you”, el hit iniciático de Leon Russel, y lo siguen su particular versión del clásico del rock sureño estadounidense “Midnight Rider”, compuesto por los Allman Brothers.
Coleman se anima con sus notables cuerdas vocales a darle rienda suelta a su faceta de crooner en los clásicos “Love me Tender” de Elvis Presley y “Give my love to Rose”, una antigua canción del padre del country estadounidense Johnny Cash.
En un acto que puede ser considerado una herejía por quienes aman al Coleman más dark, el ex líder de Fricción se mete con una canción de los sinfónicos-progresivos Jethro Tull como “Thick is a Brick”, además de una versión mucho menos melancólica y más a lo Frank Sinatra de “Pink Moon” del malogrado trovador inglés Nick Drake.
Entre aquellos artistas que Coleman admira no podían faltar Brian Eno con la hermosa “Spider and I” de su disco “Before and after Science”, y David Bowie con “Wild is the wind”, aunque esta canción no fue compuesta por el Duque Blanco sino por Dimitri Tiomkin y Ned Washington.
“Wild is the wind” fue popularizada en los años '50 por Johnny Mathis y Nina Simone en los años 50 y Bowie grabo su versión en el disco “Station to Station” en 1976. El disco entrega varias joyas joya y una de ellas la constituye tener a Coleman tocando “Changes” de Black Sabbath, incluida en el “Volumen 4” de la banda fundacional del heavy metal, allá por el año 72.
En vivo además Coleman incluye canciones de Depeche Mode, Talking Heads, T-Rex, Lou Reed, más de Bowie y en un notable pase de magia interpreta “Children of the Bells” del disco “Only Love can sustain” que Luis Alberto Spinetta grabó en 1980 en Estados Unidos y cuya letra pertenece al ex tenista y productor de ese disco del Flaco, Guillemo Vilas.
Se espera un volumen Dos de “A song is a song”, aunque Coleman solo quiere dar algunos pocos shows y ponerse a grabar canciones propias nuevas con la banda que lo ayudo en “Siberian Country Club”, su anterior CD.
Igualmente “A song is a song” constituye una ofrenda notable de un gran músico para con él mismo, para con el rock que lo formó y para con sus fans, y precisamente la belleza de sus canciones hace que sean una obra sumamente recomendable.
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