martes, 28 de julio de 2009

Jorge Serrano saca su primer disco solista, "Alamut"

Jorge Serrano: "Lo veo como una canita al aire"

El líder y compositor principal de Los Auténticos Decadentes grabó su primer disco solista, "Alamut", que sale el 6 de agosto. Pero asegura que no se va de la banda y que con ellos presentará el álbum.

Estamos en el paraíso del nuevo cine argentino: Villa Gesell fuera de temporada. Lluvia, viento, frío y un panorama desolador en la 3: salvo algún bar perdido, todo está muerto. Seres humanos a la vista: cero. Las calles parecen riachos. Y la casa de Jorge Serrano no aparece. Hasta que vislumbramos una pista segura: una bolsa de alimento canino.

Uno, dos, cuatro, cinco seres peludos saludan con ladridos, saltos y demás muestras de alegría perruna. ¿Cuántos hay? "Ocho... nueve", estima el anfitrión, que por su apodo vendría a ser el décimo, aunque el Perro Viejo responde a que es el de más edad (48) entre Los Auténticos Decadentes. Además, es una de las voces principales y autor de la mayoría de los hits del grupo (Loco (tu forma de ser), Vení Raquel, La guitarra y muchísimos más). Pero todos los flashes apuntan a Cucho Parisi: Serrano está a gusto con su papel de personaje secundario. Vive en Gesell desde hace más de una década, en una casa que fue de su suegro y que él y su mujer refaccionaron. Hay mucha madera y una calidez que invita a quedarse: él sólo sale de la madriguera para cumplir con los shows más importantes de los Decadentes.

"Acá no hago nada", exagera. Esa nada consiste en pasar el tiempo con sus tres hijas, cuidar a los perros que recogen de la playa -y a la gata que los acepta, resignada-, trabajar la madera. Ah: y componer. Pero de eso hablaremos más adelante. Ahora hay que saber que Serrano nació en Los Angeles, una de las tantas ciudades donde vivieron sus inquietos padres, y que su primer idioma fue el inglés. Que nunca soñó con ser rockero: "Mi imagen era la de un tercer violinista en una orquesta, un trabajo medio municipal, y un cuartito alquilado. Eso era lo que en realidad quería". Pero Félix Gutiérrez escuchó las canciones que hacía "de entrecasa" y lo invitó a Todos Tus Muertos.

"Yo me quería matar, porque no quería salir al escenario, le tenía miedo. Me gustaba el laburo de laboratorio, no la exposición física. Me divertía tocar, pero para los amigos. Terminé aceptando, pero sufría mucho el escenario. Con los Decadentes pasó algo parecido: mi primo Nito (Gustavo Montecchia, guitarrista y manager de la banda) tenía una fecha para tocar con unos amigos, y no tenían canciones. Me pidió algunas mías: ¿Podemos tocar esta? Sí. ¿Y esta? Sí. ¿Y esta otra? Sí. ¿Y no querés tocar? Y terminé tocando".


¿Hiciste algún tipo de terapia para superar la fobia al escenario?

La terapia fueron los Decadentes. Eran unos caraduras, un desastre, tres mil veces más punks que los Muertos en la forma de tocar. Ninguno sabía nada: con esa irreverencia, no tenía forma de sentirme nervioso. Era un carnaval, una toma del escenario por asalto.

¿Cómo siguió la historia?

Tocamos la primera vez y nos matamos de risa. Por mí, yo hubiera dicho qué lindo, zafé y listo. Pero Nito, Cucho (Parisi) y Gastón (Bernardou), el núcleo hard de los Decadentes, siguieron buscando shows. Y fue dejarse llevar. Empezó a ser muy divertido. Es alucinante pasar de ser público a ser músico. Conseguís lo que a los músicos les gusta: entrar a boliches gratis, que te inviten tragos, que te den bola las chicas.

Y ahora, 23 años después, sacás un disco solista. ¿Por qué?

Yo no compongo mucho: me cuesta entrar en frecuencia. Todos los temas se me iban con los Decadentes. Pero ahora en el grupo hay más autores y yo empecé a componer más. Es lógico que si te sobran temas, grabes un disco.


Pudiste sacarte las ganas de hacer cosas que el grupo no te permite.

No, en los Decadentes no se acumulan frustraciones del tipo esta música no la puedo hacer. Entra todo. Me gustó tomar todas las decisiones, pero no sentía la necesidad de diferenciarme. Tampoco tengo intenciones de irme del grupo: lo veo como una canita al aire. Darme un gusto. Aunque no lo creas, es para la gente que me decía vos tenés que graba un disco solista. Bueno, ahí tienen.



¿Te lo decían en el sentido de "vos sos bueno en serio"?

Como tengo un perfil introspectivo dentro de un grupo que parece un quilombo, la gente piensa que soy una islita. Y como no canto los temas fiesteros sino los melódicos, parece que fuera el cantante romántico del grupo. Entonces creen que yo solo haría algo diferente, pero no soy tan distinto de los Decadentes. Es más: a mi disco lo voy a presentar en los shows del grupo. Si no me gusta ser frontman de la banda, menos quiero tener un show entero para mí solo. A los Decadentes les debo muchísimo: si no fuera por ellos, estaría tocando en mi cuarto.


¿Cómo se hace un hit?

Nosotros siempre hicimos lo que pudimos: esa limitación, esa simpleza, el perfil amateur de los Decadentes, es lo que hace que la gente nos sienta sus iguales. De nuestra chantada hicimos una virtud. ¿Un hit? La canción tiene que ser accesible, tener una melodía que se pueda cantar. Yo pongo atención en que las palabras tengan musicalidad de jingle. Nunca acentuaría donde no corresponde: no diría campaná. Y trato de que las canciones no tengan género, para que sean más universales.


¿Alguna vez les molestó ser vistos como un grupo menor, pachanguero?

Cuando empezamos nos dolía que los periodistas de rock nos menospreciaran, aunque musicalmente tenían razón. Pero la gente siempre nos aceptó. Y los músicos también. Cuando tocábamos en Cemento, los heavies y los punks se mataban de risa.


¿Cuándo cambió la mano?

Los primeros que hicieron apología de lo nuestro fueron Fernando Sánchez y Pablo Marchetti: por ellos, el establishment rockero nos aceptó. Después nos ayudaron los años, la constancia. Nos revolcamos en el fango desde el principio: desde ahí, nadie nos puede reprochar nada que hagamos.


¿No les reprochan no tener canciones sociales, del estilo de "Gente que no"?

No. Tenemos una actitud política, de integración racial, generacional, sexual, que se ve entrelíneas. Somos una cooperativa y vivimos la música como una celebración. Ahí está nuestra posición: en defender la música popular, en ir contra el prejuicio. También por eso nos quiere la gente.

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