Ocupa el segundo lugar entre los discos más vendidos de todos los tiempos en todo el mundo, solamente superado por el "Thriller" de Michael Jackson. Y reposa en la quinta posición entre las placas más vendidas en Estados Unidos, detrás del mismo álbum de Michael Jackson, del primer compilatorio de los Eagles, del "The Wall" de Pink Floyd y del cuarto trabajo de Led Zeppelin. Son 22 millones de copias vendidas en el país del Tío Sam. Y son cifras que respaldan, además, el valor cualitativo de este larga duración, que salió a la venta el 25 de julio de 1980, un día como hoy hace treinta años. Hablamos del inmortal "Back in Black", disco que, paradójicamente, toma su nombre de una situación relacionada con la muerte: era el regreso de AC/DC al acetato tras el fallecimiento de su vocalista original: Bon Scott.
Esa vuelta en luto trajo consigo a Brian Johnson, entonces un anónimo cantante de voz aguardentosa, con la casi imposible misión de hacer olvidar al buen Bon Scott. No lo hizo olvidar, claro; pero delineó su propio nicho. Equilibró la balanza. Más allá del gran desempeño del hombre de la boina en los micrófonos, el "Back in Black" fue un triunfo porque, primeramente, albergó (y alberga, pues todos lo seguimos escuchando de cabo a rabo) canciones descomunales. Muestras de un momento creativo de los hermanos Young en guitarras (Angus y Malcolm) que no se ha vuelto a repetir (y esto no es tan positivo para la banda australiana), a pesar de haber rozado tales estándares en placas posteriores, como "For Those About to Rock" (1981), "Ballbreaker" (1995) e incluso en el reciente "Black Ice" (2008).
AC/DC conoció la gloria con canciones como "Back in Black" , que da nombre al álbum, una pieza que empieza con uno de esos riffs memorables que quedan clavados en la historia y para siempre, y que en cada nuevo instante crece y extiende imaginarios tentáculos que o te atrapan o te atrapan (no hay de otra); "Hells Bells", tan oscura que empieza con el lóbrego tañer de una campana y nos conduce, de modo patibulario, a un encuentro con alguna fuerza desconocida; "Shoot to Thrill", casi un artefacto de locomoción imparable; "Let Me Put My Love into You" y su dramática acometida; y "What Do You Do for Money Honey", gasolina pura.
No la necesitaba, pero incluso situó en el surco siete una mecha para encender la máquina: "You Shook Me All Night Long" es lo más cercano al pop que ha confeccionado la banda (que completaron Phil Rudd en la batería y Cliff Williams en el bajo); un tema que abrió las puertas para que AC/DC sonara también en los equipos de oyentes más asiduos a las emisiones radiales.
"Back in Black" fue producido por Robert John "Mutt" Lange, un capo de las perillas, quien extrajo de la banda sus mejores posibilidades en un disco que ya tiene un lugar asegurado en la historia del rock.
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