El compositor polaco Frédéric Chopin, desaparecido en 1849 cuando tenía solo 39 años, era presa regular de alucinaciones, fruto sin duda, según investigadores españoles, de una epilepsia que le afectaba al lóbulo temporal del cerebro.
Como varios miembros de su familia, Chopin, el músico romántico por excelencia, no gozaba de buena salud. Tosía mucho, tenía infecciones pulmonares, fiebre y, hacia el final de su vida, dolores de cabeza. También sufría de depresión.
Según científicos polacos, su muerte se pudo deber no a la tuberculosis, como se creía en general, sino a una fibrosis quística o mucoviscidosis, enfermedad genética que afecta a los pulmones.
Esta probabilidad no se ha podido comprobar, ya que el Gobierno polaco rechazó que se realizara una prueba de ADN del corazón del artista, conservado en Varsovia.
Dos médicos españoles, Manuel Vázquez Caruncho y Francisco Brañas Fernández, de los servicios de radiología y neurología del hospital gallego de Lugo, han intentando entender de dónde podían provenir las alucinaciones de Chopin.
Para ello, han estudiado los libros de testigos, empezando por George Sand, su compañera mucho tiempo.
El resultado de sus investigaciones lo publica este martes Medical Humanities, uno de los títulos del grupo British Medical Journal (BMJ).
Una biografía del músico (Bernard Gavoty, 1985) cuenta un incidente ocurrido durante un concierto privado en Manchester, en agosto de 1848. Cuando estaba interpretando su sonata en si menor, abandonó el piano de forma precipitada, justo después del scherzo.
"Vi salir del piano esas malditas criaturas que ya se había aparecido una noche lúgubre en un monasterio" de Mallorca, cuenta en una carta a la hija de George Sand.
En Mallorca, durante un viaje realizado diez años antes, George Sand cuenta que el claustro del monasterio "estaba para él plagado de terrores y fantasmas".
Otra vez, también en la isla de Mallorca, en medio de un aguacero, Chopin ya no distinguía entre sueño y realidad y se veía a si mismo "ahogado en un lago", "convencido de que estaba muerto", según la novelista.
Tuvo alucinaciones en otras circunstancias, de fantasmas que le llamaban o lo abrazaban, la muerte que llamaba a su puerta...
Los investigadores han encontrado constantes: Chopin se acordaba bien de sus alucinaciones, que le ocurrían con más frecuencia por la noche y coincidían a veces con infecciones agudas y fiebre. Eran visuales, complejas y la imagen de la muerte se repetía a menudo.
Han estimado que Chopin sufría probablemente una epilepsia, focalizada en el lóbulo temporal. Este tipo de epilepsia produce alucinaciones visuales complejas, de ordinario breves, fragmentarias y siempre del mismo orden, acompañadas a veces de palidez y angustia, "exactamente como las que decía sufrir".
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Pobre tipo..
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